Estoy segura de que a ninguno de nosotros se nos puede olvidar aquel 11
de Marzo del 2004 que mejor seria no tener que recordar por ser un día de horror
para Madrid y el mundo entero.
Madrid se despertaba temprano, era día
de trabajo y lleno de obligaciones.
Me levanté la primera, sobre las 7,30 ya
en la cocina pongo la TV y oigo la noticia de una explosión en la Estación de
Atocha. Corro al cuarto de mi hijo, pues se que la novia viene de Pozuelo hasta
Atocha, él me tranquiliza diciéndome que su hora de llegada es mas tarde, y se
pone en contacto con ella para que no suba al tren.
De pronto se oye otra explosión, esta había
sido en la Estación del Pozo que esta
cerca de mi casa. A partir de ese momento todo son llamadas de teléfono, de
familiares y amigos interesándose al enterarse de la tragedia, hasta que los móviles
pierden cobertura y todo se va volviendo un caos. Los nervios afloran de tal forma que ya no te
enteras de las noticias que están dando en la TV, solo ves camillas con heridos
y se intuye que algo muy fuerte a pasado, por la avenida se oyen continuamente
sirenas de ambulancias, coches de bomberos,
y muchos coches de policías que salen de la comisaría cercana.
Empiezas a tranquilizarte viendo que
ninguno de la casa estábamos todavía fuera. Mi hija que también montaba todos
los días en Atocha aun no había salido de casa, pero te acuerdas de otros que suelen
coger el tren en el Pozo. La sobrina Lourdes, que va todos los días a la
Universidad. Ese día tenían huelga. ¡Vendita huelga (decía su madre cuando
hablé con ella) en ese tren subía mi hija todos los días! El amigo Paco, padre
de mi yerno, también hubiera montado en el tren de no ser porque ese día se
retrasó en su horario habitual.
Cada uno de nosotros pasaríamos el fatídico
día de mejor o peor manera, las miradas tristes y ausentes decían lo que estaba
pasando en Madrid. Pero, y toda esa pobre gente que murió y tantísimos heridos,
y todo el que se quedo esperando a su ser querido y lo buscó con desesperación
sin querer pensar lo peor hasta dar con su paradero…
Lo que ocurrió aquel 11 de Marzo no
tiene calificativo ni perdón. Me gustaría pensar que no fueron seres humanos los artífices de aquellos atentados.