Era el 20 de Abril
cuando nacía Jesús.
Eras el primero y durante los 9 meses de gestación tus padres nunca pensaron en nombre femenino. ¡Serias niño! parece que lo tenían muy claro y para no defraudar a tus padres naciste varón.
Eras el primero y durante los 9 meses de gestación tus padres nunca pensaron en nombre femenino. ¡Serias niño! parece que lo tenían muy claro y para no defraudar a tus padres naciste varón.
primera vez, fue a aquella
mama tan joven, inexperta y primeriza que no esperaba un bebe normal de 3,300
kg de peso, quería un niño rubio
con rizos en el pelo y llamándola mama
en el mismo instante de nacer. Ese desencanto duro solo unos instantes, justo el
tiempo que tardaba en acariciar tu carita y darte el primer beso, fue entonces
cuando sintió estremecerse todo su ser con aquella sensación nueva para ella y
comprendió lo que significaba ser madre. Para verte como te había imaginado,
tuvo que pasar muchos días y noches en vela. Porque tú ya te
sabias muy deseado por todos y te hacías
notar con toda la fuerza que tus pequeños pulmones te permitían.
Lo primero que te regalaron fue un capazo de paja donde te
sentías como un Rey. Esa fue tu cuna de viaje. (De ahí tu afición viajera) Tus
padres no limitaron sus salidas por el hecho de tenerte. A la menor ocasión
preparaban el cesto con el niño y carretera de por medio, se perdían los fines
de semanas por los lugares mas inhóspitos. Con solo dos meses ya estabas en las
fiestas de San Juan en Soria. Tu joven
madre hasta entonces no había salido mucho y no quería perder ni un minuto de
sus años jóvenes.
Cuando a los dos años nació tu hermano, no solo te quito tu cómodo
capazo, te quito también la corona, o al menos eso creías tú. Durante un tiempo
lo pasaste mal pensando perder el cariño de tus padres hasta que te acostumbraste
a compartir juegos y la parte trasera del coche con él, para continuar
disfrutando en los viajes.
Por ser el mayor de los tres, te tocó madurar muy pronto,
quizás demasiado pronto te encargaron responsabilidades que te angustiaban un
poco. Ayudar con tus hermanos cuando aun eras un adolescente, te condicionaba a
no salir tanto como tu querías. Siempre te tomaste bien tus obligaciones compaginándolas
con tus estudios, sabiendo aprovechar el tiempo y decías que sin quererlo
destacabas como uno de los mejores en clase, aunque no te gustaba darle importancia
los sobresalientes eran constantes en todas tus asignaturas.
Que nervios pasaste aquel día junto a tu madre, cuando en La
Catedral de Cuenca esperabas a Mónica la chica de tus sueños para hacerla tu
mujer. Fue un momento emocionante cuando os disteis el “si quiero” con
las notas del órgano como música de fondo resonando en el coro.
Nervios también aquel día que nació Diego, que largas se
hicieron aquellas horas, recuerdo tu cara de satisfacción cuando al fin saliste
con tu hijo y lleno de orgullo nos lo mostraste a toda la familia.
Hijo, tantos días felices no se podrán olvidar nunca.
RAFAELA.