1 de junio de 2011

MIS ADORABLES VECINOS, LOS PAJAROS


No es que me haya vuelto ornitóloga, solo que sin más remedio tenía que hablar de mis vecinos los pájaros. Resulta de lo más entretenido y divertido observar estas pequeñas aves tan variopintas que parece que encuentran su paraíso en ese pequeño terreno. Allí todos conviven en buena armonía.
En este lugar se dan cita todos cuando los arboles se empiezan a llenar de hojas. No solo están los ya mencionados Mirlos, también se escuchan los sonoros silbidos de la Oropéndola. Digo se escuchan, porque a este bonito pájaro es muy difícil verle, ya que se posa en los altos y frondosos chopos y aunque tiene un plumaje muy vistoso en el que predomina el color amarillo en el macho, y un tono verdoso en la hembra. Se camufla entre las hojas y solo se le ve cuando se mueve con un vuelo alto, rápido y largo hasta los árboles vecinos. La Oropéndola pasa por mi jardín dos veces al día, una por la mañana y otra a última hora de la tarde. (Hace como si de una visita rápida se tratara). Siempre viene la pareja uno detrás del otro, alegran con su canto como media hora y se marchan tan rápido como llegaron, volviendo a pararse en los arboles mas altos que encuentren, saludando a todo el que quiera escucharlos. Esta ave se encuentra como especie amenazada.
El Ruiseñor suele llegar en Abril y cada año ocupa el mismo nido donde crio por primera vez, puedo decir que es un vecino habitual y el más apreciado que tengo hasta el otoño, por su hermoso canto esta considerado como el rey de los pájaros cantores, parece no tener descanso, en época del apareamiento se les suele oír hasta altas horas de la noche. El nido lo tienen en arbustos bajos y frondosos, casi a ras del suelo, como por ejemplo en el romero, hiedra, o aligustre. Es un ave pequeña y por lo tanto también es muy difícil de ver.
En un chopo seco, hizo su nido el Pájaro Carpintero, algo ruidoso hasta que termina de hacer el agujero que le lleva su tiempo. Suena como una especie de tamboreo repetitivo toc, toc, toc al golpear con el pico el viejo tronco. Suele taladrar a primeras horas del día, y para verlo hay que armase de paciencia, una vez terminada su labor, es silencioso, entra y sale muy rápido del hueco que utiliza para anidar de noche.
También esta la Tórtola que hace su destartalado nido, con cuatro palos mal puestos en las primeras ramas de un chopo, siempre a poca altura. Se puede ver la pareja junta hasta que tienen los huevos a partir de ese momento, uno de los dos estará en el nido mientras que el otro vigila desde un sitio alto, se pasa horas sobre la antena de la televisión y en las horas estivales del día, cuando todos los pájaros callan, se escucha su cansino y ronco ronroneo, rourr-rourr-rourr (La podemos llamar la vecina pesada, charlando en el patio a la hora de la siesta).
Tenemos el noctambulo Cuco, imposible de localizar porque su actividad es siempre de noche, solo podemos identificarlo por su inconfundible canto pausado cu-cu, cu-cu. Esta ave canta cuando todos duermen, es una de las primeras aves que nos anuncia la primavera, se le puede oír a partir de la media noche durante una o dos horas.
No puedo olvidar los bulliciosos y multitudinarios Gorriones. De todos mis vecinos, son los que más trabajo me dan, por lo que ensucian, ellos son fijos, no se marchan nunca, les encanta la presencia del hombre, aquí crían su numerosa prole año, tras año. El Gorrión junto con la gruñona Urraca (que siempre parece estar malhumorada y peleando con alguien) pasan los inviernos sin temerle a las tremendas heladas de estas tierras de Castilla La Mancha.
Todos se encuentran con el derecho de ser los primeros en probar las cerezas, ciruelas, manzanas o uvas. Sera como premio a no tener pereza a la hora de brindar sus alegres trinos.