21 de enero de 2011

MI PUEBLO DE ACOGIDA




La llegada a Madrid cuando la vida obligaba a emigrar no era fácil para nadie, aun más, cuando nunca antes has salido del pueblo.

Durante algún tiempo pude volver a Conquista, un día o dos al año, siempre para el día de Todos los Santos, era día señalado y obligado acudir al cementerio. Hasta que un día pensé que ya poco me ataba al pueblo y los viajes a él, se fueron distanciando cada vez más.

En la Capital llegue a echar de menos muchas cosas, pero sobretodo el contacto con la naturaleza, la paz y tranquilidad que se respira en el campo, al que tan acostumbrada estaba. Por todo esto, y también porque conocía mucho Cuenca. Un día me encontré en Villar de Cañas, un pueblo de la mancha conquense.

Este pueblo con su gente sencilla, sus campos, que en nada se parecían a los que yo conocía, pero con el mismo sol y las mismas estrellas de noche. ¡Las mismas, que de pequeña había mirado tantas veces, las había vuelto a descubrir en esta tierra! Porque en Madrid, no se veía el cielo como se veía en el campo, tampoco se escuchaban las ranas, ni los grillos, ni te despertaba el canto del gallo al amanecer.
El reencuentro con estas pequeñas cosas, fue la consecuencia de que lleve 35 años, disfrutando de Casalonga, una urbanización joven, pero extensa en terreno, que empezaba en los años 70. Aquí, junto con mi familia tengo los mejores recuerdos de mis años jóvenes, la mitad de mi vida la he pasado aquí (mis hijos aunque nacidos en Madrid, le llaman su pueblo)

De este pequeño pueblo habría mucho que contar sobre sus costumbres y fiestas, porque Villar de Cañas como todo pueblo, tiene su historia. Sus orígenes datan de 1480, tenía una gran posada medieval y una especie de venta donde descansaban los transeúntes y arrieros, existiendo cuadras para sus animales y contando con un gran pozo (existente aun en la plaza), a cuyo alrededor brotaban grandes cantidades de cañas dulces, siendo así conocida como la Villa de las Cañas.

El municipio se encuentra a unos 8 kilómetros de la autovía Madrid -Valencia, a camino entre la Serranía y la Mancha. El río Záncara afluente del Guadiana atraviesa su término municipal.

Aparte de una ermita del siglo XVII donde se venera la Virgen de la Cabeza, el monumento principal es la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, sobria construcción de inspiración renacentista,

La Iglesia tiene un Órgano de estilo neoclásico, fue construido hacia 1760 por Julián de la Orden maestro organero conquense que posteriormente construyó también los dos órganos que hay en la Catedral de Cuenca.


Rafaela.

6 comentarios:

  1. Aun bien qué vuelves a escribir!!!

    Yo he tenido una experiencia contraria, sin la intensidad del contraste entre él pueblo y la metrópoli; naci en la metrópoli y fuí a vivir en una ciudad frontera, con aires de pueblo...

    Tú, haces un relato sensible del que a principio se asusta y con él tiempo se acostumbra... Creo qué tu relato, es similar a replantear una flor en otro vaso, aunque estea en otro vaso las raices se mantienen...

    Carlos Gimenez Coleto

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  2. Hay que ver la paramera de Villar de Cañas. No te quejarás, es campo, campo

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  3. Maluca creo que todos los pueblos están rodeados de campo y Villar de Cañas no iba a ser distinto a los demás. Como digo en el post muy distinto a nuestra tierra, pero no por eso menos bella, y mas cuando tienes vivencias en ella.

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  4. Que bonito este tema Rafi! En unos pocos años los nietos tambien tendràn recuerdos de Casalonga. Me da mucha melancolîa porque me recuerdo a mi tierra que nada tiene que ver con el pueblo pero por lo menos me conformo pensando que es el mismo sol que ve mi familia. Besos, Kathy

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  5. Kathy, entiendo perfectamente esa nostalgia que sientes y mirando al cielo te encuentras un poco mas cerca de los tuyos. Cuando pasen los años querrás esta tierra tanto como la tuya. ¡Ya lo veras! El cariño por los lugares donde es uno feliz se comparte. Un beso.
    Deseando estoy de ver mis nietos correr por allí.

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  6. Ya le tengo mucho cariño aunque haga mucho frio, en menos de lo que pensamos ya andarán correteando por allí. Mil besos

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