22 de septiembre de 2010

CARTA A MI HERMANA


Mi madre con mi hermana en brazos, la otra niña soy yo
Éramos dos hermanos José Mª de 4 años y Rafaela de 2, mis padres Sebastián y Pilar esperaban su tercer hijo, (por entonces no se sabía si seria niño o niña) pero mira por donde fue niña, con prisa por venir a este mundo, nació a los seis meses de gestación. En aquellos años 50 no era fácil sobrevivir al nacer en esas circunstancias con tan poco peso, creo que no llegaba al kilo. -Cuando recuerdo a mi madre contarlo, que seria muchas veces- nos ponía un ejemplo. Unía las dos manos y sólo las separaba como dos dedos y decía: ¡Veis así es la mejor manera de poderos decir lo pequeñita que era, en una mano estaba la cabecita y en otra el culito, lloraba como un gatito recién nacido! Le pusieron de nombre Pilar.

Nadie al verla podía pensar en que iba a poder vivir por mucho tiempo. Solo el amor de una madre lo consiguió. Mi madre le hizo un tipo de incubadora con dos tejas que calentaba en la lumbre y las forraba con algodones, esto debía de ser una dedicación plena para que las tejas nunca estuvieran frías, la leche se la daba con un dedal de costura, era tan poquito lo que admitía su estomago, no tenia fuerza para succionar, no se podía hacer de otra forma, podemos imaginar que también esto debía ser muy a menudo, lo mismo de día que de noche.

Cuando mis padres vieron que superaba el primer mes estaban la mar de felices, pero notaban que algo le faltaba en su alimentación y alguien les aconsejó que era bueno darle leche de burra y así lo hicieron, ellos procuraron que no le faltara esta leche hasta que fue ganando peso y pudo comer papillas, luego su alimentación fue normal.
Hasta los dos años se crió algo más pequeña para su edad pero a los tres era completamente normal y se la podía ver siempre con mi padre con las ovejas y demás animales que tuviéramos, siempre tenia uno de cada especie que la seguía, un pollo, un pavo un cerdo la potrilla hasta una ternera que compro mi padre la seguía por todas partes. Le encantan los animales. Lo heredaría de mi madre que también le gustaban mucho.
Como decía antes, cuando tenia tres o cuatro años se hizo muy independiente empezaba a andar y no paraba, se perdió que yo recuerde dos veces, todos los vecinos de San Serafín buscando por todas partes porque la niña no aparecía, todos llorando, y se oyen voces desde la estación de La Garganta, era una vecina que se llamaba Cesárea muy amiga de mi madre, había llegado hasta allí siguiendo el camino, tan contenta.
La otra vez que se perdió debió de estar mucho tiempo perdida, porque recuerdo ver a todos con mucha desolación, la niña no aparecía, cuando la encuentran estaba en la orilla de un pozo de la mina, este pozo estaba dentro de un caserón, la entrada era como una ventana a la cual había tenido que subir unos dos metros, luego había un bordillo todo alrededor del pozo como de medio metro, y allí al fondo estaba ella sentada con los pies colgando en el pozo. Podéis imaginar la angustia de mi padre, pero a la vez con la tranquilidad que le hablaba, consiguió que se pusiera de pie y luego hacerla venir hacia la puerta, mi padre siempre dijo que si pasa a por ella no lo hubiera conseguido, porque el hueco que había entre el pozo y la pared era tan pequeño que no cabía el cuerpo de un hombre. Fue un milagro mas, así lo contaban siempre mis padres.
Esto lo hemos recordado ella y yo muchas veces, era a la vez una forma de recordar a nuestra madre que por desgracia no pudimos tener muchos recuerdos ya que nos dejo tan pronto.
. Pero esta vez se lo dedico a ella mi hermana Pili, para que sepa cuanto la quiero.

Rafi.