14 de septiembre de 2010

Dª AMALIA Y VIAJE A HUELVA

Soy la del medio de las tres niñas de la izquierda.










Al jubilarse Dª Maria, vino de maestra la hija de Dº Ricardo el maestro de los niños.
Se llamaba Dª Amalia y era muy joven. Llegaba con nuevas ideas de la enseñanza.
Puso la norma de llevar babis blancos, que tenían que estar impecables todos los días.
Una imagen que tengo en mi memoria es en los días de invierno una silla junto a la lumbre con los babis secándose para el día siguiente y a mi madre plancharlos por la mañana con aquella plancha de hierro que también se calentaba en el fuego.



Cuando llegó Dª Amalia se encontró con una escuela de niñas, que las de diez años solo sabíamos leer escribir y poco mas. Entonces se puso manos a la obra empezando casi de cero, hicimos caligrafía, sumas y rectas, como si no lo hubiéramos hecho nunca.Poco tiempo después estábamos haciendo problemas de quebrados o raíz cuadrada.
También era dura con los castigos, igual que su padre la vara era algo que dominaban bien. Pero creo que en dos años consiguió enseñarnos más de lo que habíamos aprendido hasta entonces.



En las tardes seguíamos con labores. Nos enseño a bordar en tul, un trabajo que era muy delicado y nada fácil. Lo conseguimos aprender unas cuantas, le hicimos dos mantillas españolas, una blanca y otra negra, aquella labor nos parecía interminable, pero una vez terminadas eran una preciosidad, que junto con otras muchas labores de toda la escuela haríamos una exposición que llamo la atención a todo el que pudo verla.



Recuerdo cuando nos dijo de hacer un viaje a Huelva pasando por Córdoba y Sevilla. Aquello a nuestros años era algo inalcanzable, primero para convencer a los padres, después que había que ganárselo con rifas teatrillos y hasta recogiendo niscalos para después venderlos. Lo del viaje no todos lo veían bien, al ser tan pequeños pues no tendríamos los 12 años. (Esto era en los años 60)
De alguna manera convencimos a los padres. Vendíamos con ilusión las rifas, atosigando un poco a nuestras madres que fueron las que mas nos compraban.
El viaje se hacia en autocar parando en Córdoba para ver la Mezquita y llegaríamos a dormir a Sevilla. Creo que serian días de feria pues recuerdo como nos quedamos sorprendidos, con ojos de niños que nunca habíamos visto tanta gente en corros, vestida de faralaes y bailando sevillanas. “Debieron de pasar años hasta que comprendí que Sevilla no solo era sevillanas y juerga” De aquel viaje no recuerdo haber visto la Giralda ni nada mas solo que esa noche dormimos en la Calle de la Sierpe. Nos fueron repartiendo en habitaciones y advirtiéndonos que nada de movernos ni de la cama. (Ellos eran los maestros y algunos jefes de La Garganta con sus mujeres, supongo que nos acostaron y se irían a cenar y a la feria) nosotros, cada habitación no conseguiría dormir de las emociones vividas, del ruido de la calle (a mi me parecía que en Sevilla no se dormía nunca) y también de pensar que al día siguiente estaríamos viendo el mar.
Llegamos a Punta del Sebo una playita que hoy ya no existe. Para nosotros era algo impresionante ver tanta agua y poder meternos dentro, pero el problema era que no teníamos bañador así que nos alquilamos unos (seria por horas no recuerdo muy bien como fue aquello) pero lo que nunca olvidare es la tela que nos sobraba a todas en la parte del pecho, eso fue un desfile de modelos de lo mas original, nos mirábamos unas a otras sin parar de reír y los chicos mas de lo mismo “allí sobraba tela o faltaba carne.”




Después del baño en el mar, nos llevaron al Monasterio de La Rábida. Esto fue lo que más me impresiono de aquel viaje. Ver la cuna del descubrimiento de América, las distintas dependencias que explicaban como fue el momento de la llegada de Colon al nuevo mundo. Ver la sala de las banderas de las distintas naciones, debajo de cada bandera había un cofre con la tierra del país visitado. No puedo decir porque recuerdo perfectamente este Monasterio. ¿Será porque no he vuelto nunca? Es raro que La Giralda y la Mezquita lo recuerdo siempre en otros viajes mucho tiempo después. (De aquella vez, se que estuvimos porque me lo cuenta mi prima Josefita) “Siempre hay cosas que se te quedan en la memoria y otras no.”




Después también nos llevaron a las bodegas Osborne en el Puerto de Santa Maria.
Los días que duro este viaje serian tres o cuatro. La vuelta a la Garganta se nos hizo bastante larga, el autocar se “cansaba” igual que nosotros y hubo que parar para que lo arreglaran. A nosotros al que no se le acabó la comida se le había estropeado con el calor, pero después de todo llegamos contentos de la experiencia vivida.
Seguro que no habrá ninguno de los de aquel viaje que no tenga un buen recuerdo del mismo.